sábado, 28 de junio de 2008

"Es el momento de que todos los sectores demócratas del país, salgamos a defender lo poco que queda de nuestra democracia

Declaración de Carlos Gaviria Díaz,

Presidente del Polo Democrático Alternativo,
Bogotá, junio 27 de 2008

La alocución del señor Presidente Uribe en la noche del 26 de junio, reviste una gravedad suma.

En un Estado de derecho y en el marco de una democracia constitucional, que es lo que establece la Carta del 91, lo que corresponde al jefe del Estado es acatar las decisiones de los distintos organismos del Estado, y en este caso específico los fallos de los jueces o impugnarlos por los medios previstos para ese efecto, pero no desconocerlos cuando no se orientan en el mismo sentido de sus intereses políticos y mucho menos desconceptuarlos o tildar a los Magistrados de la Corte Suprema de prevaricadores y conniventes con el terrorismo. Esa sola circunstancia amerita una investigación al Presidente de la República por la Comisión respectiva de la Cámara de Representantes. Como si el presidente Uribe hubiera al fin encontrado el camino adecuado para perpetuarse en el poder y no quisiera que la ocasión se le escapara, y aprovecharla para satisfacer su libido imperandi, invocando, a la inversa un episodio que más bien debería llevarlo a considerar su renuncia.

En tiempos pasados, los dictadores han apelado a las armas para afianzarse en el poder e imponer su voluntad sin límites en beneficio de los más mezquinos intereses. Uribe, para mantener al país en su condición de súbdito del mayor imperio que ha conocido la historia y al pueblo en su condición miserable, apela al propio pueblo para alcanzar sus objetivos perversos.

Como los de antes pensaban que con las armas todo podía lograrse, los de ahora instrumentalizan al pueblo para construir sobre él dictaduras oprobiosas. Es el momento de que todos los sectores (sociales y políticos) demócratas del país, salgamos a defender lo poco que queda de nuestra democracia, rodeemos a nuestras Cortes y gritemos con toda la fuerza de nuestra voz que Uribe no puede seguir gobernando al país para preservar su impunidad e imponer una dictadura populista.

TLC con la AELC, a cambio de un poco de legitimidad

RECALCA,
Bogotá, junio 27 de 2008

El gobierno colombiano cerró las negociaciones de un TLC con la Asociación Europea de Libre Comercio (Islandia, Suiza, Noruega y Liechtenstein) el 13 de junio de 2008, un año después de su inicio. Al utilizar la misma estrategia del TLC con EEUU -según lo sentenció el mismo jefe de las negociaciones, Ricardo Duarte- este TLC se convierte en una más de las traiciones de este gobierno contra la soberanía y el desarrollo del país.
La AELC representa el 1,2% de las exportaciones totales de Colombia; “nadie puede alegar que son un gran mercado”, manifiesta el industrial Emilio Sardi. Las ventas corresponden al mismo esquema de comercio colonial al que ha estado sometida nuestra nación: frutas, nueces, café, plantas aromáticas, piedras preciosas y metales. Y las importaciones corresponden a maquinaria eléctrica, instrumentos quirúrgicos, productos químicos y farmacéuticos y relojes. Sin embargo, el gobierno justifica este TLC insistiendo en la argucia del “formidable potencial” de entrar a un “mercado muy atractivo” de 263.000 millones de dólares de importaciones al año, cuando Colombia solo representa el 0.36% de ese total.
El interés de los países de la AELC en estos TLC es defender y expandir las inversiones de sus trasnacionales. En Colombia, para el año 2006 fue de 550 millones de dólares, con grandes intereses en sectores mineros y farmacéuticos, entre otros, como los que persiguen la Glencore y Roche.
Para el caso, el 17 de mayo de 2006 Colombia firmó un Acuerdo de Cooperación Económica y Técnica con ese bloque para allanar el camino de sus pretensiones. El compromiso es “crear condiciones favorables que estimulan los flujos de capital y las inversiones en todos los sectores económicos de mutuo interés” e “incrementar sus relaciones económicas, en particular las concernientes al comercio de bienes y servicios, así como a las inversiones”.
Por ello no es de sorprender el cinismo con que miembros del gobierno se refieren a la negociación, cuando muestran como un gran éxito que Colombia desgravará parcialmente su mercado agrícola y totalmente el de pesca, donde la AELC tiene poderosos intereses, mientras ese bloque “mantiene una férrea defensa de su mercado interno agropecuario” con aranceles de hasta 137,6 por ciento. “El duelo estratégico fue igualmente formidable. Siguiendo el estilo de negociación europeo, pide y pide hasta que la contraparte no tenga nada más que ofrecer, y solo a partir de allí, empieza a ceder”, afirman. Así es como suda la camiseta de la nación el “equipo negociador”.
Uribe ha emprendido una orgía de tratados comerciales con potencias del Norte, en su afán por congraciarse con ellas, como forma de eludir las controversias generadas por su actuación clientelista, corrupta y antidemocrática, y sus innegables vínculos con los jefes para-militares a quienes tuvo que extraditar para que no siguieran hablando. Esta situación lo ubica como uno de los gobiernos más ilegítimos a nivel internacional, a pesar de su aparente popularidad interna.
Así, Uribe profundiza y hace cada vez más inalterable el modelo de “libre comercio”, que ha demostrado hasta el cansancio ser incapaz de erradicar la pobreza y la desigualdad, y por el contrario es su mayor responsable.
Advertimos al país sobre las actuaciones que contra la sociedad colombiana viene emprendiendo este gobierno a través de los Tratados de Libre Comercio, como el que negoció con EE.UU., Canadá, AELC y el que negocia actualmente con la Unión Europea. Exhortamos a los miembros del Congreso de la República a votar en contra del TLC con Canadá y la AELC, y llamamos a la movilización de los sectores democráticos de este país para resistir la agresión de las trasnacionales extranjeras con la complicidad del gobierno de Uribe.

¿QUÉ ES LO QUE PASA CON EL CAMPO?


Aurelio Suárez Montoya,
El Tiempo.com, 12 de junio de 2008

El debate sobre la carestía de los alimentos toca a la política agrícola vigente. El que la papa, el arroz, el pan de 100, de 200 y otros bienes de primera necesidad estén desapareciendo de la mesa de los hogares pobres atañe, en últimas, con el campo, si entiende que éste, desde los inicios de la civilización, se definió como “el territorio donde se produce la comida”. La supervivencia de las ciudades ha dependido de esto y en las potencias mundiales, como Estados Unidos, las leyes agrícolas expedidas desde los años treintas del siglo pasado así lo han repetido. Acaba de aprobarse la Farm Bill de 2007 y, aún con las objeciones de Bush, se aumentaron los subsidios –hasta 2011- para las grandes cosechas: arroz, algodón, trigo, avena, maíz, sorgo, soya, cebada y se crearon y reforzaron para otras.

La agricultura colombiana, como las de otras naciones de ingreso medio y bajo, sufrió en los últimos veinte años la ampliación de tres grandes quebrantos que, sin duda, influyen en el crítico momento que atraviesa para brindar alimentos abundantes, baratos, diversos y con capacidad nutricional para sus habitantes. En primer lugar, una merma muy grande en la producción de los alimentos básicos, cereales y oleaginosos, con una alta dependencia del extranjero para su aprovisionamiento y la pérdida de seguridad alimentaria nacional; en segundo término, un envilecimiento del trabajo rural; y, finalmente, el aumento en la concentración en la estructura de la propiedad rural.

Los promotores de la “apertura” defendieron las importaciones de alimentos como la fórmula para acceder a “comida barata” y tener una baja inflación. El actual ministro de agricultura, al tenor del TLC, exhortaba a producir “uchuva en lugar de trigo”. Estas entelequias han hecho que se tenga que importar, en relación con el consumo total, el 86% de la soya, el 66,6% del maíz, el 93,3% del trigo, el 23% del fríjol, el 32,8% de la arveja, y todo el garbanzo, la lenteja y la cebada. En la crisis presente se “volteó la torta”: la comida se encareció, incluyendo los bienes en los que somos autosuficientes, como papa y arroz, y, de otro lado, la inflación básica, al depender de géneros foráneos al alza, es “importada” y no parece paliarse con medidas monetarias usuales en el actual modelo económico.

En cuanto a los ingresos rurales, se conoce que 66 de cada 100 trabajadores percibe al mes menos de un salario mínimo legal vigente y hay regiones, como la Pacífica, donde es peor. Los salarios rurales, en pesos reales, se han estancado y, aún más, reducido. (Leibovich, 2005). Las huelgas por mínimas condiciones y garantías contractuales en sectores como palma de aceite y caña de azúcar refuerzan con hechos las cifras de los distintos estudios. Se ha generalizado la “tercerización”, mediante las cooperativas asociativas, y se comenta que en algunas regiones se pagan los jornales con bonos para compra de víveres en comisariatos de la patronal como en las épocas de la United Fruit.

En relación con la concentración de la tierra, el Banco Mundial en 2004, afirmó que el coeficiente de Gini, según el valor de las propiedades rurales en Colombia, era 0,85 (cerca de 1, el punto de máxima desigualdad). Para 2003 las propiedades de más de 500 hectáreas, que solamente representan al 0,4% de los propietarios, abarcaban el 63% de la superficie con un tamaño promedio de 5.010, y, las de menos de 20, en las cuales se inscriben el 87% de las propiedades, apenas engloban el 8,8% de la tierra con una media de 3,05. Por tanto, es risible que el Incoder muestre como gran logro convocatorias de Reforma Agraria por 120.000 hectáreas. Líderes campesinos las califican como “una farsa” no sólo por la insuficiencia del monto sino porque el costo de participar en ellas (casi $5 millones en estudios para sustentar proyectos elegibles) hace imposible este derecho para los verdaderos “sin tierra”.

La pregunta es si leyes, que condensan la política rural, como “Agro, Ingreso Seguro”, que enfoca los apoyos fiscales en volúmenes de crédito barato y de coberturas contra la revaluación, en las firmas exportadoras; o como el Estatuto Rural, que es fuente de inspiración de proyectos como el fallido de Carimagua; o como la Ley Forestal, declarada inexequible; responden a los graves males enunciados. La respuesta es no. Al ministro Arias no le gusta escuchar esto, pero es así. Es menester dar otra dinámica, a tono con los artículos 64 y 65 de la Constitución que enseñan un camino distinto: la debida protección a la producción nacional de alimentos y el acceso progresivo de las mayorías a la tierra y demás bienes públicos. Son dictámenes para cumplir, por ahí comienza la solución.

lunes, 23 de junio de 2008

"EN AMÉRICA LATINA HAY UNA SITUACIÓN DE REBELDÍA QUE BUSCA ENFRENTAR AL NEOLIBERALISMO": JORGE ENRIQUE ROBLEDO

Entrevista de FERNANDO ARELLANOORTIZ,
Cronicón, junio 20 de 2008



Para el senador colombiano del progresista partido Polo Democrático Alternativo, Jorge Enrique Robledo Castillo, el reto de los países latinoamericanos es claro: "no pueden hacer otra cosa que resistir, pues si nos doblegamos renunciaremos para siempre a resolver nuestros problemas seculares".



Pero, al mismo tiempo, agrega, es prioritario e indispensable para enfrentar el malhadado modelo económico del "libre comercio", insistir "en la integración entre todas las naciones, sin excepción alguna, pero empezando por las vecinas y las latinoamericanas y, eso sí, para lograr intercambios de beneficio recíproco que se fundamenten en el respeto mutuo y en el más celoso respeto de las soberanías nacionales, y con el objetivo también de proteger y fortalecer los mercados internos de cada país, porque de su vigor depende el éxito en lucha contra la pobreza".

Robledo es un destacado dirigente de la izquierda colombiana que ha liderado una tenaz lucha contra las políticas neoliberales impuestas en Colombia desde la década de los 90 y un contundente opositor al Tratado de Libre Comercio (TLC) que la bancada republicana de los Estados Unidos quiere imponer a Colombia con plena anuencia del gobierno derechista de Álvaro Uribe Vélez pero que, por una serie de factores políticos, no ha podido aún aprobarse en el Congreso norteamericano.



En ese sentido este congresista colombiano ha sido un vehemente defensor de la soberanía nacional y ha dado en los últimos ocho años una serie de debates en el Senado, en la prensa, en los foros y en la academia, que ha permitido a amplios sectores de la opinión pública nacional asimilar los efectos perniciosos y los riesgos que se ciernen para la economía de Colombia si se aprueba el TLC.



A Robledo, un arquitecto de profesión, que buena parte de su vida se la ha pasado en la Universidad ejerciendo la docencia en temas socioeconómicos, le ha servido su amplia experiencia de profesor para explicar en forma didáctica y coherente a los colombianos los alcances del neoliberalismo y su sustento: el mal llamado "libre comercio", un artilugio que utilizan sus defensores para que los países subdesarrollados abran sus economías, mientras que, en contraste, las grandes potencias las mantienen cerradas, aplicando políticas proteccionistas y subsidiando su producción.



La conjunción de docencia, investigación y política es el sustento de la trayectoria del senador Robledo, quien antes de acceder a una curul en el Senado de Colombia, fue el impulsor del Movimiento de Salvación Agropecuaria que organizó como consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales que devastaron el sector rural colombiano.



En 2002 llegó por primera vez al Congreso, destacándose por haber asumido desde un principio una posición nacionalista y, fundamentalmente, por defender los intereses de los pequeños y medianos agricultores. En 2006 fue reelegido al Senado por el Polo Democrático Alternativo, obteniendo un apreciable apoyo electoral.



Por ser un referente en Colombia de la lucha contra el modelo económico inicuo e inequitativo imperante, CRONICÓN lo invitó a reflexionar sobre la coyuntura latinoamericana y colombiana.


INMENSA CORRIENTE ANTIGLOBALIZACIÓN



- Hoy en América Latina se habla de Socialismo del siglo XXI, dado el ascenso de sectores de izquierda en varios países del hemisferio. ¿En un país como Colombia, atravesado por el conflicto armado, que connotación tiene el denominado Socialismo del siglo XXI?



- Yo pienso que lo que hay en América Latina con independencia de las denominaciones, porque cuando se trata de categorías sociales hay que empezar por definirlas y no quiero meterme en ese enredo, es una evidente e inmensa corriente antioneoliberal, antiglobalización y antiimperialista contra Estados Unidos. Ahora que cómo llamamos eso no creo que importe, lo cierto y el hecho concreto es que hay una situación de rebeldía que busca enfrentar al neoliberalismo, a las privatizaciones, a la apertura, a los tratados de libre comercio, o sea al imperialismo.



- En medio de esta rebeldía contra el neoliberalismo, ¿considera usted que en los países donde gobierna la izquierda ha irrumpido un nuevo modelo económico, pese a que el economista norteamericano Albert Hirschmann y el presidente ecuatoriano Rafael Correa coinciden en afirmar que no hay que casarse con modelos?



- Eso tampoco está muy claro, lo que se presenta es una especie de fuerza nacionalista y avanzar hacia un nuevo modelo económico digamos con franqueza que no es nada fácil porque estamos hablando de unos países enfrentados a una dominación imperialista muy grande y un poder de Estados Unidos invencible, o sea que hay es una especie de tanteo, viendo a ver qué forma va a poder tomar el asunto y por supuesto muy ajustado a las realidades nacionales, no es lo mismo un país que otro. Lo cierto es que los pueblos están buscando salidas y en ese proceso aún no hay claridad.


- ¿El Polo Democrático Alternativo está planteando un modelo económico para Colombia sustentado fundamentalmente en qué?



- Lo que el Polo debe proponer si lo que se trata es de enfrentar al neoliberalismo, son cuatro puntos que por supuesto se dicen más fácil de lo que se logran y que tiene que ver con la defensa de la producción, el trabajo, la democracia auténtica y la soberanía. De esos cuatro aspectos debe salir la solución a los problemas colombianos y ya en los detalles se verá cómo abocarlos. Pero es que si un país no tiene producción, no tiene trabajo en el sentido de desarrollarlo y protegerlo, no tiene democracia auténtica y no cuenta con soberanía, no tiene nada, y el primero de todos los pleitos es soberanía nacional. O sea que el gobierno que represente al pueblo colombiano debe tomar las determinaciones que considere convenientes al interés nacional, así no le guste a los Estados Unidos, o sean contrarias a las recetas del Fondo Monetario Internacional.


- Si bien Estados Unidos ha logrado concretar en los últimos años tratados de libre comercio con Chile, Perú y Centroamérica, se le cayó el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y no logró imponer los TLC con Ecuador y Bolivia; y el de Colombia está embolatado. ¿A que atribuye usted ese descalabro?



- Uno puede darle muchas interpretaciones a los distintos gobiernos que llamamos de izquierda en América Latina, pero si hay un común denominador y es que los pueblos están rebelados contra el neoliberalismo. Pueda que no se sepa muy bien cuál es la solución, puede que los pueblos no sean muy conscientes de las circunstancias y las desigualdades, pero hay un sentimiento y es que la gente no quiere neoliberalismo. Y cuando digo la gente me estoy refiriendo al pueblo raso y a sectores de las burguesías, puesto que hay que ser muy cipayo como burgués, o muy ignorante o muy pusilánime, o las tres al mismo tiempo, para aceptar este tipo de cosas. Ahora qué va pasar, no sé, pero la rebeldía del pueblo si es muy clara.



- Usted que como congresista recorre con mucha frecuencia las diversas regiones de la geografía colombiana, ¿considera que en los sectores sociales y populares si hay conciencia de la amenaza y el peligro que representa el TLC con Estados Unidos?



- Yo diría que esta batalla ideológica contra el TLC la ganamos y reclamo este triunfo para el Polo y para toda la izquierda, así terminé habiendo tratado de libre comercio con Estados Unidos. ¿Por qué digo que la ganamos? Porque logramos hacer el más grande debate sobre economía en la historia de Colombia en torno a esto. Aquí nunca había habido una propuesta económica que tuviera el debate que originó este tema, y nunca había habido una política económica con más repudio ciudadano como el que ha generado el TLC y puede que al final lo terminen imponiendo, pero aquí hubo un momento en que las encuestas nos pusieron 50% de favorabilidad y eso es un triunfo muy grande de toda esta corriente democrática del país porque lo pusimos en líos al gobierno. Es más, en buena medida ¿por qué el TLC no está aprobado?, porque fue tan duro el debate en algún momento y tal la debilidad del gobierno que tuvieron que alargar y alargar bregando a mejorar la correlación de fuerzas internas en Colombia y cuando tomaron la decisión de irse por la calle del medio se les había desbaratado el calendario en Estados Unidos. Pero el punto crucial es que cuando van al Congreso norteamericano llegan un año y medio tarde por la resistencia ciudadana, eso demuestra que hay un avance muy grande en la conciencia de muchos sectores del pueblo colombiano y todo esto en medio de un montaje ideológico y del gobierno de Uribe que es tan habilidoso en el engaño, o sea que la labor que hicimos fue excelente.



- ¿Usted considera que gane quien gane en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos el tema del libre comercio se vuelve a poner dentro de la agenda de la Casa Blanca o la situación económica norteamericana de estancamiento no lo va a permitir?



- El imperialismo es una política bipartidista y de Estado en los Estados Unidos y por lo tanto a mí no me sorprendería que terminaría aprobándose el TLC con Colombia, pero también es cierto que hay una serie de factores y va a depender mucho del resultado electoral. Si los demócratas ganan Congreso y Presidencia se puede embolatar la aprobación, aunque hay que decir que antes de noviembre no habrá TLC de ninguna manera. Me parecería muy extraño si ganan los demócratas que haya tratado en el corto plazo, porque les queda muy difícil oponerse durante la campaña y una vez obtienen la victoria aprobarlo. Dependerá también en gran medida lo que ocurra con la economía norteamericana. Si la economía estadounidense sigue hacia abajo y se agudiza una crisis social eso va a contar bastante porque cada vez el ciudadano corriente norteamericano vincula su pobreza y su desempleo con el libre comercio y ahí hay una liebre que podría saltar.



- ¿Cuál es el análisis que usted hace de la coyuntura económica colombiana?



- El crecimiento económico del 6 o 7 por ciento del producto interno es nominalmente bueno, pero se necesita más que eso, y por muchos años, para sacar a Colombia de la pobreza. El otro hecho evidente es que es un crecimiento concentrado en tres o cuatro grandes negocios y negociantes: banca, exportaciones, buena parte de ellas de minería y petróleo; sector inmobiliario grande que mueve plata del narcotráfico, pero eso al pueblo no le llega en proporciones suficientes para que haya un cambio en la situación social del país. De conjunto las cosas no cambian porque el modelo económico y su modo de concentración de riqueza de transnacionales, de capital financiero, de parasitismo, de bajar salarios a los trabajadores, de subir impuestos a los pobres y de bajárselos a los monopolios, constituye un modelo absolutamente antisocial en lo económico y en lo político. Es un modelo de extrema derecha de lo más reaccionario que se pueda concebir.



- ¿A que se puede atribuir el hecho de que pese a la denominada parapolítica y a los procedimientos non sanctos utilizados para obtener la reelección presidencial, Álvaro Uribe Vélez sigue manteniendo altos niveles de popularidad, acaso a la manipulación mediática y a una bien montada estrategia de marketing político?



- Yo diría que hay tres hechos: uno que está sobre la base de todo, un cierto crecimiento de la economía. Mi teoría es que a Andrés Pastrana los colombianos no lo quieren no tanto es por el Caguán sino porque la gente durante su gobierno perdió la casa, el carro, la finca, el empleo, los salarios y ello termina asociándolo con el fracaso de la zona de distensión y con la guerrilla. Esto le cambia las cosas a Uribe porque durante su mandato ha habido más plata y si bien al pueblo no le llega en grandes cantidades algo le llega y las capas medias se benefician y eso genera expectativas favorables. Un segundo hecho es que Colombia está hasta la coronilla del secuestro, de la extorsión, de la violencia, llevamos medio siglo en este conflicto y Uribe pueda que no resuelva ese problema pero lo intenta y mucha gente le premia eso y se siente identificada con su lenguaje de descalificación, así eso no sea muy útil. Y hay un tercer asunto que hay que reconocerle y es que Uribe es un manipulador como yo creo que no se recuerde en la historia de Colombia, porque es un inescrupuloso absoluto, no tiene escrúpulos para nada, para tergiversar, falsificar, mentir, comprar conciencias. Esos inescrupulosos absolutos resultan ser muy fuertes a la hora de engañar, lo que ninguno de los demagogos de Colombia, y este es un país de demagogos y manipuladores, se ha atrevido hacer, todo lo ha podido hacer Uribe y eso le ha dado mucha fuerza.



- Un poco a lo Fujimori…



- No, a lo Goebbels, es que este es un inescrupuloso absoluto, hace lo que tenga que hacer para conseguir su propósito: miente, engaña… Por ejemplo, esa cosa de los consejos comunitarios solo en una mente enferma se le puede ocurrir que esa es una manera de engañar a la gente, incluso a un costo personal altísimo en el sentido del desgaste que eso le significa.



- ¿La parapolítica y la "Yidispolítica" no terminará carcomiendo por si sólo al régimen uribista?



- Eso y todo, ahí hay un desgaste, así no se exprese de manera inmediata, pero lo que se puede decir es que hay como un bomba de agua o de aire llenándose, son muchas las cosas que van llenando eso y la parapolítica y la "Yidispolitíca" contribuyen muchísimo a eso, pero además es todo: la politiquería, la corrupción, las mentiras, las maniobras, los problemas económicos de la gente. Aquí no hay ningún reloj de la desgracia nacional que se haya parado, todo eso está sumando. Ahora, cuándo sume tanto que puede producir un quiebre, un cambio de calidad en la situación cualitativamente, eso es lo que nadie sabe.


- Pero no hay mal que dure cien años…



- Sí, yo creo que eso es así, y hay una cosa para echarle ojo y es la economía que se está deteriorando y eso puede resentir uno de los fundamentos del régimen.



- Usted ha señalado que uno de los retos del Polo Democrático es generar mayor movilización y protesta sociales. ¿En esto el Polo está rezagado porque le falta mayor acción política para liderar los procesos sociales y sacudir la opinión nacional?



- Al Polo también lo afecta la confusión nacional. Ningún partido por bueno que sea, y el Polo es bastante bueno, es inmune a las corrientes que cruzan la sociedad. Si la sociedad colombiana está desmovilizada, confundida, eso a nosotros nos afecta y nos hace más difícil jugar nuestro papel. Dicho eso, también hay que señalar que hay cierta confusión al respecto. Cuando al Polo lo creamos, todos coincidimos en que este no es un partido parlamentario y ese es uno de sus valores, pero a ratos en los hechos pareciera que se le da demasiada preponderancia a dos cosas que son importantes pero que no pueden ser las únicas y es a la labor parlamentaria y ahí me refiero a los congresistas, concejales, diputados; y dos, a la presencia en los medios. Y lo que tiene que ver a la movilización social creo que no la estamos estimulando lo suficiente. Y cuando hablo de movilización me refiero a todo lo que ello concierne: el número de volantes que repartimos, el número de marchas que convocamos, el número de conferencias que dictamos, el entusiasmo que le ponemos a todas estas actividades, ahí creo que nos quedamos bastante cortos.



- ¿Cuál es el reto del Polo Democrático Alternativo en este momento de confusión para Colombia, pero simultáneamente cuando se recibe la solidaridad de diversos sectores políticos y sociales de izquierda de América Latina?



- El primer reto del Polo es mantener el rumbo de izquierda de esta nave, porque es evidente que el uribismo está haciendo un esfuerzo inmenso por corromperlo, por mellarle el filo, por convertirlo en una izquierda de bolsillo, adocenada, una izquierda uribista, ese es el principal problema que tenemos. Si perdemos eso, estamos muertos y el propósito del uribismo y en general de la derecha colombiana contra el Polo en ese sentido es absolutamente evidente.



- ¿Usted cree que el uribismo en lo que le resta de gobierno va a tener actitudes retaliatorias contra la gente del Polo por sus posturas progresistas e ideológicas?



- Sí, así va a hacer, es más, con actiudes macartistas. ¿Por qué el uribismo ataca tanto al Polo y el propio Uribe? Nos acusan de ser de la guerrilla y saben que eso no es verdad. Yo suelo decir que nos atacan por lo que no somos, por lo mucho que nos odian, por lo que si somos. Si este partido no fuera un partido antiimperialista, si no reivindicáramos soberanía nacional, producción, trabajo, antineoliberalismo, no nos acusarían de guerrilleros sino que nos tratarían con guante de seda, porque nuestro pleito con Uribe es programático. Si el Polo llega a arrear sus banderas esté seguro que nadie volverá a decir que somos amigos de la guerrilla o infundios de estos.