martes, 12 de mayo de 2009

Los “falsos positivos” de la Federación de Cafeteros

Aurelio Suárez Montoya,
Bogotá, mayo 12 de 2009

Las noticias del mercado del café dan la sensación que, mientras el mundo financiero se derrumba, todo allí se desenvuelve en sentido contrario. Está inclusive por fuera de toda comparación con la crisis de 1929, referente obligado de los actuales quebrantos económicos, si se tiene en cuenta que la libra de café se cotiza en Estados Unidos casi a dos dólares, muy cerca de un galón de gasolina, mientras en el gran crac descendió hasta cuatro centavos. Con base en eso, recibir más de 800 mil pesos por una carga de café parece hacer realidad el sueño centenario de los caficultores; no obstante, la vida en las zonas cafeteras esta lejos de tanto relumbrón.
La cosecha actual se ha menguado a 10,5 millones de sacos, la más baja en lo corrido del siglo, igual a la de 2000, y menor que la de 1997. La reducción es de un 30%-40% en el Eje Cafetero, de un 60% en Huila y el suroeste antioqueño y de un porcentaje similar en el sur del Tolima y el norte del Valle. Si bien muchos atribuyen esa merma a la renovación de siembras, éstas son apenas un poco superiores a los niveles históricos. La causa principal es la falta de uso de los fertilizantes debido a sus inalcanzables precios, lo que ha hecho que la resistencia de los cultivos al invierno y a la mayor presencia de roya y broca se debilite. Del fertilizante, Triple 15, por ejemplo, se podían comprar 478 kilos, en octubre de 2005, con el equivalente de una carga de café cuando el precio era de $430.254. Ahora, cuando se ha duplicado, a más de 800 mil pesos, no alcanzan a comprarse siquiera 450 kilos. Las autoridades cafeteras han desoído las continuas demandas de los productores exigiendo el control de los insumos.
Así mismo, resultan insólitos los anuncios de la Federación, vocero de Procafecol, de comprar acciones de Starbucks. Esto, que se le ha llamado “el negocio del año”, coincide con los descensos en las ventas y los cierres de muchos puntos de esa compañía de café al detal, y resulta inexplicable que, luego de todas las andanzas con las tiendas Juan Valdez, la decisión sea anidar minoritariamente en la competencia. A propósito de Juan Valdez, un fallo del Consejo de Estado validó la apropiación privada de esa marca. El salvamento de voto del magistrado Gustavo Gómez que se opuso a la decisión, permite inferir cuánto se menospreció el interés publico: “Podría subrayar que el modelo comercial adoptado refleja un negocio con altas posibilidades de éxito económico que sin embargo, no beneficia al caficultor, razón por la que era necesario por el juez contencioso una reflexión distinta a la consignada en el fallo del que me separo, dado el compromiso de los derechos colectivos por cuyo amparo se generó la presenta acción”. Está de más cualquier comentario.
Con el lema “La Costa también es café”, se creó Caficosta, la cooperativa de los departamentos de La Guajira, Cesar y Magdalena. Al no contar los dos primeros con ningún activo, todo se basó en la expropiación del patrimonio de Cafimag, entidad que adquirió deudas con la Federación por 158 millones (y que con leoninos intereses se subió a casi 575) para “colaborar” en la refinanciación de Expocafé y de Bancafé, unas acciones bancarias que luego se cotizaron a cero, y por esta vía Cafimag está impelida a entregar inmuebles por tres mil millones de pesos, perdiendo los socios todos sus aportes de años. No es la única cooperativa atropellada, otras alegan exclusión y persecución cuando muestran gestión autónoma por fuera de los patrones impuestos.
Últimamente, se acusa a la Federación de no cumplir con los embarques a sus clientes en el exterior. Se explica por la baja cosecha pero también porque los caficultores que vendieron por anticipado, a futuro, sus cosechas a Federacafé no están honrando el compromiso, al ver el mercado por encima de los contratos convenidos. ¿Estamos frente al especulador desfalcado? De ser así, hay otro eslabón en la cadena de “falsos positivos” cafeteros, tan patéticos como los otros que perturbaron a Colombia.

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