jueves, 11 de junio de 2009

A PROPÓSITO DEL DIA DEL ESTUDIANTE: ¡ES NECESARIA LA ORGANIZACIÓN GREMIAL!

Organización Colombiana de Estudiantes OCE.
Cali, junio 8 de 2009
El 8 de junio de 1929, durante una manifestación estudiantil en Bogotá, fue asesinado el estudiante Gonzalo Bravo, hecho que marcó esta fecha como el Día del Estudiante. 25 años después –1954–, durante una marcha de conmemoración, es asesinado el estudiante Uriel Gutiérrez, provocando que al día siguiente, 9 de junio, invadiera las calles de Bogotá una gran movilización pacifica de estudiantes de secundaria y universidades. Al aproximarse la marcha al palacio presidencial, fue nuevamente reprimida por el ejército, que abrió fuego contra la multitud segando la vida de once estudiantes más. Desde entonces, el Día del estudiante se convirtió en dos, que traen a la memoria algunas de las acciones más brutales de la fuerza pública en medio de la antidemocracia colombiana.
La conmemoración de este día ha pasado en la historia por diferentes momentos, y en más de 50 años el movimiento estudiantil ha tenido auges importantes. A principios de los años setentas se da el más grande e importante movimiento estudiantil, principalmente universitario, por la autonomía y la democracia, posible gracias a la organización y la coordinación nacional del estudiantado. Hubo asimismo movilizaciones destacadas en los ochentas. Los últimos movimientos de trascendencia nacional fueron la resistencia contra los recortes a las transferencias (dinero con el que se financian la educación, la salud y el saneamiento), el primero en 2001 y el más reciente en 2007; y los movimientos secundaristas que libraron grandes batallas en defensa de la educación pública. Es precisamente en 2007, por la situación y el carácter organizado del movimiento, cuando se produce en Cali la última movilización destacada en el Día del Estudiante, que contó con más de cinco mil marchantes.
Hoy se hace necesario aunar esfuerzos en la organización y movilización contra las políticas neoliberales del régimen uribista que con su “Revolución educativa” ha llevado a la educación básica y media a un estado indignante de pobreza: hacinamiento, plantas físicas obsoletas, carencia de dotación básica (laboratorios, libros, salas de sistemas), falta de bienestar estudiantil y restaurantes escolares además de matrículas costosas, resultando un modelo educativo perfecto para la “confianza inversionista”: estudiantes con pocos conocimientos y mano de obra barata, primer atractivo para las multinacionales. No por nada las decisiones importantes sobre educación se toman basadas en los dictámenes de organismos imperiales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Lo evidencia el reciente decreto 1290 del Ministerio de Educación Nacional, que en su artículo 1º contempla la obligatoriedad en las pruebas internacionales y las pruebas del ICFES y establece la uniformidad curricular, por cuanto adecua el currículo a las imposiciones de estas pruebas, imprimiendo en la educación la política del “libre comercio”, ya que son estos organismos internacionales los que fijan sus parámetros, pasando por encima de la soberanía nacional y la autonomía escolar.
Y en la educación superior, la arremetida no es muy diferente. Tanto el incumplimiento del gobierno de sus responsabilidades económicas con la universidad pública, como la exigencia de ampliar la cobertura sin aumentar los recursos, e incluso reduciéndolos, han llevado a algunas instituciones a crisis financieras agudas, obligándolas a la penosa necesidad de autofinanciarse con aumento de matrículas, prestación de servicios, privatización de áreas, principalmente, además de la pretensión de adecuar los currículos de las carreras a las pruebas de ECAES, con sus ya conocidos estándares antinacionales.
El panorama nos exige la organización gremial del estudiantado: la creación de los consejos estudiantiles elegidos democráticamente, herramienta efectiva de representación estudiantil y dirigente de sus luchas, además de la unidad y la movilización de carácter nacional. Solo así estaremos prestos a librar nuestra patriótica batalla por una educación pública financiada adecuadamente por el Estado, democrática y al servicio de los intereses del pueblo y la nación colombiana. Este será el mejor homenaje a los mártires del movimiento estudiantil colombiano.

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