jueves, 16 de abril de 2009

Política, Universidad Pública y TLC: “La transformación de Colombia es el premio a los pacientes”


Entrevista con Jorge Enrique Robledo por Jaime Corrales, Periodista Independiente,

Bogotá, abril 15 de 2009


Cuando el senador Robledo hace debates de control político, pone a temblar ministerios completos y a correr a los asesores buscando datos o cifras, porque saben que él también las llevará. Muchas veces ha dejado sin argumentos a los propios funcionarios de gobierno.

Si en algo que están de acuerdo hasta sus detractores más acérrimos es en que Robledo no especula, no calumnia, él tiene pruebas y datos tras sus argumentos, legado de más de 20 años como profesor de tiempo completo en la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, seriedad que le ha valido muchos reconocimientos.

Con su aspecto de viejo sabio de la tribu y tono de profesor cuchilla, el polémico senador del Polo Democrático Alternativo, visitó a Cali para hablar del TLC con la Unión Europea, la posible privatización de Emcali y la crisis de la Universidad.

Reconocido como una de las voces más agudas e incisivas de la política colombiana, Robledo es acérrimo opositor del gobierno, al que le ha causado varias ‘ulceras’, como cuando equiparó parapolítica con ‘parauribismo’.

Después de dos conferencias en auditorios de las universidades Santiago y Autónoma, sacó unos minutos para hablar con nosotros.

Jaime Corrales: El año pasado se perdieron cerca de 600 mil empleos en Colombia. El ex ministro de hacienda Juan Camilo Restrepo pronostica que este año serán otros 400 mil. Se trata de un millón de nuevos desempleados en el país. En su opinión, ¿qué debería estar haciendo el gobierno de Uribe para capotear la crisis? Jorge Robledo:

La economía colombiana cayó muy duro el año pasado sin que todavía fuera tocada por la crisis internacional, cayo solita. Los propios absurdos de la política económica del doctor Uribe la empezaron a hundir. Y ahora le cae encima la muy grave crisis económica internacional. Por ello, podemos augurar un 2009 y un 2010 muy duros, de mucha ruina en el sector productivo, de más desempleo y pobreza. Y quizá sean más de 400 mil lo nuevos desempleados en este año.

Todos estos problemas, como la pérdida del empleo tienen una causa, y la causa es el modelo neoliberal, de gobernar con las imposiciones del FMI y de la Casa Blanca. El libre comercio ha fracasado como manera de resolver los problemas de los países. Si ha fracasado allá, en Estados Unidos, Europa y Japón, donde lo diseñaron en su beneficio, imagínese aquí.

La cosa es bien simple, si la causa del desastre es el libre comercio, pues aquí lo que se necesita es introducir un modelo de manejo económico y social que sea completamente diferente al libre comercio neoliberal.

Usted ha dicho en repetidas ocasiones que la ‘Política de Seguridad Democrática’ ha fracasado ¿por qué? ¿Qué opina de seguir destinando tantos recursos a la guerra, en desmedro de la inversión social, educativa en el país?

Álvaro Uribe ofreció que acababa con la guerrilla en seis meses y ya vamos para siete años. Y están pidiendo, mínimo, cuatro más. Es cierto que la ha golpeado, eso no se puede poner en duda, entre otras cosas por el enorme aumento del gasto militar, con más armas, más soldados, y eso debe incidir.

Pero nadie se atreve a decir que estamos cerca del fin de la violencia. Eso, ni los uribistas se atreven a decirlo. Luego en esto también fracasó, porque lo que necesitamos es la paz, no que haya menos guerra. Obvio que si hay menos violencia es mejor, pero lo que realmente queremos es la paz; y la paz en las condiciones de Colombia es que el Estado tenga el monopolio sobre las armas, pero aquí están armados, entre guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes, unas 20 o 30 mil personas.

La gobernación del Valle del Cauca le adeuda cerca de 40 mil millones* a la universidad del Valle, esto ha causado un hueco fiscal que obligó a un recorte del 30% de su presupuesto. Esto nos tiene en inminente peligro de anormalidad. ¿Qué puede hacer la universidad ante esta problemática, ante el abandono del estado?

Eso también tiene que ver con el libre comercio, con el neoliberalismo, con una directiva que viene desde Washington de quebrar las universidades públicas, bajo cualquier pretexto. Ahora, estudiantes, profesores y trabajadores deben volver a levantar las banderas de la educación como un derecho, con suficiente financiación estatal y gratuita, para lograr educación superior de alta calidad.

¿Qué pueden hacer concretamente los estudiantes, ante el problema de la falta de financiación de la Universidad Pública?

Deben organizarse y luchar para lograr que el Estado dé los recursos que debe dar. Luchar de distintas maneras. Primero en lo político, porque este es un problema político. Y lucha estrictamente civil, sin violencia. Si el Estado alguna vez dio los recursos, fue por la movilización y como se lucha menos, se han perdidos derechos. Toca volver a luchar duro para mantener los que quedan y recuperar los perdidos.

Usted fue un duro crítico y opositor de la gestión del ex ministro Andrés Felipe Arias, quien por su parecido con Uribe, se ha ganado el apodo de ‘Uribito’, algunos lo ven como el sucesor de Uribe. ¿Qué le parece como candidato presidencial?

Cuando Andrés Felipe Arias renunció, hubo fiestas en el sector agropecuario colombiano, porque la gente sintió que había salido de un ministro de agricultura bastante malo. Yo diría que es el peor ministro de agricultura que ha tenido Colombia. En su ministerio, se intentó imponer el modelo Carimagua y las importaciones agrícolas pasaron de 4,5 toneladas a ocho. Además, aprobó el TLC con Estados Unidos. Y lo peor que les puede suceder a los productores agrícolas, campesinos, indígenas y empresarios, es que el país se llene de comida importada, que reemplacen su trabajo por el de los extranjeros. Así se entiende por qué su campaña electoral la hace hablando de seguridad democrática, porque si sale a hablar de agro no saca ni un voto. Estos son los paquetes chilenos propios de la política nacional, en la que los peones juegan de damas. En medio de la manipulación oligárquica, todo puede suceder.

La oposición es un ejercicio difícil. Aparte del caso Carimagua, donde logro revertir el proceso del ex ministro Arias, ¿qué luchas siente que ha ganado en la política?

Las luchas, en lo fundamental, no son importantes porque se ganen o se pierdan, aunque sea mejor ganarlas. Importan porque se lucha, porque se defiende lo que uno cree y, en mi caso, la dignidad de la gente. De otra parte, si usted mira las luchas anteriores a 1810, no sólo en Colombia sino en otros países, aparentemente todas fracasaron: el movimiento comunero, en cierto sentido la del 20 de julio, etc. Pero sin esas luchas precursoras no habría sido posible la independencia del imperio español. Porque son procesos en los que se eleva la comprensión de las gentes sobre lo que necesitan y deben hacer.

Hoy hay en Colombia centenares de miles o de millones de personas que conocen más sobre el libre comercio y el neoliberalismo, por ejemplo, lo que constituye un activo valiosísimo que cualquier día se vuelve fuerza política capaz de cambiar a Colombia. La lucha de Carimagua fue importante porque ese proceso está parado, y porque la idea era repetir Carimaguas por todo el país, es decir, darle la tierra de los campesinos a un puñado de magnates. El ministro Arias alcanzó a hablar de seguir lo que llamó el “modelo malayo”, el que aplica una monarquía corrupta donde la explotación promedio de palma es de 100 mil hectáreas.

He estado luchas sociales airosas, como las que dimos en el sector cafetero, en los años 90, antes de llegar al senado, cuando logramos la condonación de más de 100 mil deudas cafeteras. Un número importante de esas 100 mil familias hoy tienen finca por la lucha de esos días. Esa es para mí una gran satisfacción.

Y puedo contar otras cosas concretas: el TLC con Estados Unidos debió entrar en vigencia hace tres años y está parado, y por cada día en que no haya TLC es un poco menos de pobreza y de desgracia en Colombia. Otra gran satisfacción es haber ayudado a construido el Polo, un gran partido que está llamado a ganar profundos cambios democráticos en bien del progreso de los colombianos. Pero repito, no se debe luchar poniendo la condición de que hay que ganar. Lo primordial es entender que se lucha porque es un deber promover un país mejor y porque las luchas, hasta las que se pierden, acercan el momento en que los colombianos transformarán profundamente el país.

Los jóvenes que empiezan a trabajar en la oposición, desde movimientos cívicos, ONG’s o la academia, se sienten pesimistas por los hechos de nuestro país. Asesinatos de estudiantes, desapariciones, la manipulación de los medios. ¿Qué les dice usted a esa gente que quiere generar un cambio en nuestro país?

Vuelvo a lo mismo, no nos desesperemos. Hace años hubo que se desesperó y se fue para la guerrilla. Era en parte la desesperación “porque esto hay que cambiarlo para mañana”. Y en esa violencia llevamos más de 50 años. En estos días he oído a otros a los que les entra la desesperación, “porque hay que hacer algo ya”, y quieren alianzas con personas como Cesar Gaviria, con quienes creo que en las presentes condiciones la izquierda democrática no debe aliarse, porque se desnaturaliza y pierde su razón de ser. Otros también se desesperan y se desaniman y terminan al lado del uribismo. Paciencia, ¿cierto?, es lo que necesitamos. La verdadera transformación de Colombia es el premio a los pacientes. Esto es parecido, decía un amigo, a los corredores de 100 metros planos, que se entrenan durante un año para correr en 10 segundos. Similar nos toca a los del Polo. Mantengámonos en la lucha política con seriedad, defendiendo los verdaderos intereses de la nación, uniendo al país, trabajando duro, sin desesperarnos, sin extremismos de izquierda y sin entregárnosle a la derecha, que así iremos creciendo, hasta que el pueblo entienda nuestras razones y nos escoja para gobernar a Colombia.

El que se desespera se equivoca. O se va a hacer actos de terrorismo y se equivoca, o se va hacia la derecha y se equivoca u opta por la apatía política y también se equivoca. Toca tener paciencia; estudiar, dar el debate, prepararse y acompañar las luchas de las gentes. Si tenemos suerte, el mundo nos sonreirá porque el pueblo colombiano entrará en rebeldía y nosotros dirigiremos las transformaciones de Colombia. Si ello no sucede, no veremos convertidos en realidad nuestros sueños, y moriremos, igual que todos. Pero habremos sido leales con nuestras convicciones y habremos dejado un legado que seguramente les sirva a otros para dirigir las transformaciones sin la cuales no es posible resolver los problemas nacionales.

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